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El puente del "lobbyist"


El sector del "lobby" es un puente por el que transita información entre la sociedad civil-empresarial y el sector político-público y, como todos los puentes, solo sirve si alcanza ambas orillas.


Ahora que resurge la intención de regular la actividad de los cabilderos y grupos de interés es buen momento para algunas reflexiones y aclarar puntos sobre la actividad de este sector.


Para un sector significativo del País existe el interés en que la actividad se regule, se haga transparente y haya reglas públicas para que los ciudadanos sepan que no hay nada que esconder, ni hay interés oculto alguno en que un político hable con representantes de una empresa, de un sector industrial, de un sindicato, de una patronal o de una ONG.


En el Capitolio se toman cada día decisiones detalladas sobre múltiples asuntos. La Cámara de Representantes tiene 31 comisiones legislativas, mientras el Senado tiene 26. En total entre ambas cámaras hay 68 comisiones sumándole lasa comisiones especiales y las conjuntas. Por lo general es en las vistas públicas de las comisiones donde suelen estar los legisladores cuando no hay sesión.


El trabajo de los cabilderos y de los defensores de políticas públicas es conocer esa vorágine y saber cómo introducir en las apretadas agendas de los políticos, los datos y la información que sus clientes quieren que sean tenidos en cuenta antes de decidir sobre un asunto o medida legislativa. Porque las decisiones en política, como en la farmacología, siempre tienen efectos secundarios. No hay decisión política en la que todos ganen, hasta el punto de que se ha dicho que el buen político es el que arregla un problema sin causar otro mayor.

El lobista profesional sabe que los políticos con los que

habla […] apreciarán que la información que les transmita

sea cierta, pertinente y leal.

No hay decisión política en la que todos ganen,

hasta el punto de que se ha dicho que el buen político

es el que arregla un problema sin causar otro mayor.

Además, la complejidad de las sociedades modernas hace muy difícil prever hasta dónde llegarán las ventajas de una ley y tampoco dónde se producirán efectos adversos y a quiénes afectarán. Los políticos con experiencia lo saben y son conscientes de lo importante que es estar lo mejor informados posible antes de tomar una decisión. Decidir solo por la propia voluntad “sin querer saber nada más” es el camino seguro al fracaso y no es raro que éste se presente afectando a quienes nunca se pensó que lo haría.


Ese trabajo de transmisión de información hacia la política lo pagan, por supuesto, las empresas, grupos empresariales, asociaciones o colectivos que hayan contratado al cabildero y son -claro está- sus clientes, pero no sus únicos clientes. El cabildero profesional sabe que los políticos con los que habla no le atenderán siempre por simple cortesía, sino que apreciarán que la información que les transmita sea cierta, pertinente y leal. Esto es, que les sirva para conocer un punto de vista privado y legítimo pero también para ayudarles a completar una visión global del asunto del que se trate, que siempre tendrá la complejidad a la que ellos deberán enfrentarse a la hora de decidir, que es para lo que les elegimos.

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